domingo, 30 de diciembre de 2007

Crónica de un paseo

El autobús se ha ido. Hace frío y el próximo tardará. El destino está lejos, pero se atreve a ir a pie. Camina, como siempre solo, aunque hoy, Música le acompaña. Poco a poco va subiendo, y con el viento en la cara, piensa. Piensa en todas las pruebas que debe pasar pronto y en los errores que le harán más difícil superarlas. Pero a pesar de todo, no tiene miedo. Regresa de enfrentarse a algo que podía haberle demostrado su estupidez y que en cambio, le demostró su lucidez. Así que eso le anima a confiar y a subir con fuerzas. Sabe que no será fácil, pero sabe que lo logrará.

Además tiene un sueño por lograr, quiere beberse los océanos y no importa cuantos libros para ello deba estudiar. Corretea para cruzar la calle y se tropieza. Pero no se cae. Tiene una extraña habilidad para tropezar a cada rato y guardar el equilibrio. A veces, tropieza y mira hacia atrás pensando "torpe", pero al instante siguiente sonríe al darse cuenta de que, de nuevo, no cae.

El autobús le adelanta. Se ríe. Tiene frío. Pasear inspira tanto.

viernes, 14 de diciembre de 2007

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Hablemos claro por una vez en la vida. Veamos donde estoy y donde debería estar. Porque estoy aquí y no donde debería estar. Porque.

Debería, hoy, Viernes no festivo a las 12:45 de la mañana, estar en clase de Ciencia Política. Pero como viene siendo habitual desde hace demasiado, no estoy allí.
Llevo varios días (todos los días en general) diciéndome a mi misma que iré, que debo ir, y que hoy sí que voy. Pero a la hora de la verdad me quedo sentada en donde ahora mismo estoy, matándome de culpabilidad y sin explicarme que hago aquí, queriendo y no queriendo irme.

La pregunta a todo esto es ¿porqué? Porqué cuando yo siempre criticaba esto, porque cuando yo siempre quise llegar hasta aquí, porqué.
Me consuelo con diferentes razones. La primera es contradicctoria. No vuelvo porque me da vergüenza ir, que me pregunten porque no fui, porque estoy allí. Es una razón estúpida, ya que el mundo no gira a mi alrededor y nadie le importa lo que hago y lo que no. Pero luego le doy la vuelta a este razonamiento, y pienso que si antes iba a clase, era porque a la gente le importaba lo que hacia y sino iba me preguntaban, lo cual, de nuevo, me daba vergüenza. Y quizás si deje de ir es por eso, porque a nadie le importaba si iba o no.
Pero quitando razones relacionadas con mi autoestima, quizás sea mucho que me aburro en clase más de lo que esperaba, que tengo menos fiestas de las que esperaba, y que en general, nada es lo que esperaba. Además se añade que desde un primer momento todo lo veo demasiado fácil, aunque de nuevo me divido en el miedo de equivocarme y de no poder.
Pero hoy, a una semana de clase, es absurdo volver, no me siento capaz y puedo asegurar que me da una terrible vergüenza y una culpabilidad y un miedo infinitos.
Como siempre esto son mis tonterías, seguro que al final la realidad es que soy una vaga redomada (o como se diga -.-) , pero bueh.
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