miércoles, 27 de febrero de 2008

Crónica de una pérdida

Si él caminara acompañado y de colores claros, nadie conocería su historia. Los hombros le duelen de llevar tanto peso. Pero más le duele el corazón, que rozó a Magia con los dedos y tan poco duró.

Acarició a Magia con las yemas de los dedos, como la princesa se acaricia las palmas de las manos, creando un delicado y delicioso escalofrío. El recuerdo le persigue por los pasillos de un largo tren, le llena el corazón de pena y le quita la sonrisa tonta. Trazos de una película de amor, con sabor a Jeunet, le dejan perdido, con más nostalgia de la debida y el alma hecha trizas.

Y al final, como viento fresco que sopla, mientras se pierde entre los andenes, Tiersen aparece y le sonríe.



Él que ya no sabe si sí o si no, que ya no sabe dónde, cómo y por qué, le devuelve una gran sonrisa. Magia siempre estará ahí ¿no? Tendrá la palma de la mano lista por si regresa con sus caricias, aunque sean breves para el corazón y malas para la razón.
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