martes, 5 de junio de 2007

Yo y mis yoyeces

Me pongo a leer blogs y me entra el mono de escribir de mil cosas. Todos los días pienso, quiero escribir, quiero escribir, quiero escribir...pero siempre hay algo que hacer. Ahora tengo algo que hacer, y luego y mañana y seguro que pasado me surge otra cosa. ¿Que tienen de importante todas ellas? Nada, podría pasar sin hacer ninguna de ellas. Pero las hago porque me gustan, disfruto haciéndolas, aunque me quiten tiempo para escribir.


Aún así aquí estoy, escribiendo, más de forma blografíca que de forma reflexiva, que no era mi idea, pero bueno, es lo que os toca.


Voy a hacerme un poco de psicoanálisis. Lo cierto es que definirme a mi misma es algo que me cuesta mucho esfuerzo. En los momentos de cordura me encuentro defectos y virtudes, pero esos momentos son escasos. El resto vago entre considerarme nada o considerarme demasiado. Ninguna de las dos es sana, aunque con la segunda me siento más culpable. ¿Por qué? Pues no hay una explicación concreta es uno de esos perjuicios que tengo tan odiosos, que me parece mal que alguien se valore en exceso. Aunque la paradoja está en que las personas que más me gustan y a las que más unida estoy, son ególatras y egocéntricos hasta decir basta. Lo mío es un caso.

Y andaba escribiendo antes de que tengo muchas cosas que hacer, pero ninguna importante y necesaria. Forman parte de un vicio muy grande que tengo y que va más allá de lo humanamente sano. No fumo, no bebo, no consumo drogas. Pero tengo un vicio, como todos. Y también tengo a tres personas detrás que me quieren obligar a dejarlo. Como cualquier otro vicio. Lo que a esas personas no les alcanza, es lo importante que ha sido y es ese vicio para mí. Gracias a mi vicio he sobrevivido a un año en que podría haber muerto de asfixia, he aprendido a hacer mil cosas que en mi vida me creí capaz de hacer, he escrito, pensado y soñado como nunca imaginé. Y he hecho amigos. Aunque alguno no los pueda considerar así, pero he conocido a mucha gente, mucha gente que ha estado conmigo, que me ha apoyado como ya no recordaba que se puede apoyar a alguien, que me ha hecho sentir querida (aunque en realidad no me quieran, me da igual) y de toda esa gente, unos pocos, se han convertido en mis amigos. Mis amigos de verdad. Y dejo esta última frase, para la libre interpretación de cada uno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un momento vago... o es nada o es todo. Muy inteligente, tambien lo he sentido. Los vicios, cualquiera, son malos, hay que aprender a moderarlos. Aunque tampoco se le puede decir vicio.

Creative Commons License
Sólo puedes extraer información si citas el sitio (con enlace) como fuente de origen del material.